viernes, 23 de octubre de 2009

Las vueltas de la vida


El primer recuerdo que tengo de haber visto teatro en mi vida, se remonta a la década del setenta, fines de ella; yo no tenía diez años aún. La obra se llamaba “Maratón”, y mis padres nos llevaron a todos sus hijos a verla después de haberla visto ellos algunos días antes, y habiendo flasheado como pocas veces les había pasado. En la obra, de importante tono existencialista, tres tipos miembros de un contingente de maratonistas, corrían de manera constante en el mismo lugar. Y hacia el final de la obra, el escenario se llenaba de barro y los tipos terminaban embarrados de pies a cabeza. Ese detalle había impactado en mis viejos (detalle que habían comentado en un almuerzo por lo que representara en el contexto dramático de la obra y que cautivara nuestros infantiles oídos por sus sucias características), y sus hijos fuimos por primera vez al teatro a ver una obra de adultos, pero para presenciar precisamente ese momento: cuando el escenario se convertía en una suerte de chiquero.

Recuerdo cuánto me impactó ver que a un escenario se lo trataba de esa manera: llenándoselo de barro. Que los actores terminaran marrones, sin un centímetro de su cuerpo sin cubrir, casi al límite de no distinguirse quién era quién.
Siempre he recordado a “Maratón” como “la primera vez que vi teatro en mi vida”. No recuerdo haber visto teatro para niños. Y tan grande fue el impacto que me produjo, que algún tiempo después, cuando la música empezó a interesarme y el deseo de integrar una banda de rock comenzaba a invadir mis sueños de adolescente, me propuse pelear ferozmente ese nombre para la futura agrupación: “Maratón”. Recuerdo haber escrito muchas veces y de todas las formas caligráficas posibles la palabra “Maratón” en mis primeras carpetas oficio del colegio secundario, en los márgenes de sus hojas, como quien escribe el nombre de su amada secreta. Por entonces no tenía idea cuál sería mi profesión en la vida, pero puedo asegurar que el teatro no estaba realmente en mis planes. Lo estuvo a partir de mis 18, a raíz de otra anécdota que contaré en otra oportunidad. Pero no creo faltar a la verdad al afirmar que la obra de teatro “Maratón” fue el germen de esta aventura.

Hago teatro desde 1990, año en que convoco a quienes integrarían Plaza Dandy durante su primera década de vida. Y la verdad, es que le estoy eternamente agradecido. Me dio un elenco con quienes hemos podido realizar nuestro sueño de hacer reír, y lo juro: no tiene precio. El prestigio que el grupo se ganó por el esfuerzo de mezclar video y teatro a la vez, permitió que un baluarte de la escena local nos manifestara su deseo de hacer algo alguna vez juntos: Guillermo Buttini, el querido “Bachi”, que este martes 20 de octubre nos dejó un hueco en el alma por esa ocurrencia suya de venir a morirse a los 64 años.

Desde septiembre del 2005, cuando rearmamos el grupo después de varios años de inactividad, lo hicimos con su presencia en nuestra nueva etapa, para la obra “La vez que nos juntamos todos”, y eso significó para nosotros un escalón muy grande que habría sido imposible subir sin su ayuda. Porque su energía nos inyectó del profesionalismo que carecíamos por el simple hecho de ser unos “amateurs”, casi “marginales” del ambiente. El viejo se amalgamó a nuestra propuesta y a nuestra química grupal de manera milagrosa: se convirtió en un padre para nosotros. Su amor por esta obra en particular, su respeto y tolerancia por nuestras individualidades, permitió que “La vez…” creciera a lo largo de estos cuatro años de vida. Y posibilitó que el resto del elenco, ya más grandes y maduros, disfrutáramos de una de nuestras etapas más felices de nuestras vidas, tanto en lo grupal como en lo personal. Cuando Juan Cristóbal Comotti (con quien disfrutaba plenamente trabajar, así como con el "Flaco" Suárez) lo convocó para dirigirlo en “La boda” con la Comedia Municipal, fue él mismo quien nos convenció de que Dardo Boggia sería su reemplazante perfecto en nuestra obra. Y no se equivocaba.

Jamás faltó a un ensayo, ni él, ni su alegría, ni sus anécdotas, ni su damajuana de vino tinto que celosamente guardaba en el baúl de su ocasional cachivache automovilístico. Hace apenas un par de meses atrás, en un ensayo y cuando mi grado etílico estaba por encima de lo que puedo tolerar, el Bachi, estoico y lúcido como siempre (antes de que le agarrara la modorra y lo hiciera volcar en el sillón con las manos cruzadas en el pecho como esperando la muerte), y a colación de no recuerdo qué historia, me contó que él, en oportunidad de un viaje que hizo a Chile allá por la década del setenta, había flasheado tanto con una obra de un elenco trasandino, que se calentó por volver a la provincia con el guión y los derechos para representarla. La obra se llamaba “Maratón”. Yo no lo podía creer. “¿Vos la trajiste? ¿Vos trajiste “Maratón” a Mendoza?”, le repetía yo, borracho, y el viejo, con esa risa que le achinaba los ojitos, asentía con todo el cuerpo. Yo estaba exultante de alegría, y lamento que el nivel alcohólico alcanzado en aquella noche no me permita hoy recordar detalles más puntuales de la charla. Me había obnubilado la noticia de que el Bachi había traído “Maratón” a mi vida. Casi nada. Él, el mismo que ahora la vida había puesto bajo mi dirección, años atrás había metido el germen del teatro en mí. Involuntariamente… o no, pero él era el responsable. Mi viejo, mi hermoso viejo. Entonces levantamos las copas y brindamos por las vueltas de la vida.

Agradezco a la vida haber podido disfrutar a su lado sus últimos cuatro años. Su ausencia será enorme. Mi gratitud, inmensa.

En nombre de Plaza Dandy, gracias, viejo. Desde este martes, el Edu, el Gus, el Pipa, el Pela, el Dardo y yo, no podemos parar de llorarte.



PD: Y perdón, Bachi. Te quedé debiendo el estreno de “Trash Noche”, la gustada de volver a hacer “Cuentos cortos de Zacarías Dandy”, y algo de stand-up juntos. No nos dio el tiempo, se nos fue la vida viviendo. Pero paciencia, viejo loco, vos te fuiste, y te fuiste sin despedirte, así que bancá, que nos dejaste a todos con un dolor grande en el medio del esternón. Los lagrimales están abiertos como una canilla que alguien descuidó. Alguien que se fue para siempre como quien se va a comprar cigarrillos, sin despedirse, sin apagar las luces, ni siquiera ponerle llave a la puerta y allá, en el baño del fondo, dejó la canilla abierta y el agua cae y cae y no para de caer. Nos agarran unos ataques de llantos que parecemos niños. Nos vas a secar, viejo, así que bancá en serio, porque aquí la cosa sigue. Siempre supimos que el show debía continuar. Así que las vamos a hacer con el Dardo, a tu memoria. El Dardo chupa mucho menos que vos, y hace años que dejó el pucho: qué te juego que nos va a hacer el aguante mucho más tiempo que el que vos nos lo hiciste a los Dandys. Te apuesto un vino.

Porque, como Dandy que fuiste y como director que soy, me corresponde decirte: ya vamos a volver a subirnos a escena.

La próxima vez que nos juntemos todos. Y esa vez, será para siempre.

5 comentarios:

M4UR0 D3L4Y dijo...

Gracias Iñaky
por bañar mi rostro
de felicidad auténtica,
por hacer feliz a mi viejo.
porque mi viejo era feliz con vos
(y con ustedes Dandy's)

Luciano Prata dijo...

Que hermoso homenaje Iñaky! una hitoria increible, gracias por compartirla.

Un abrazo!

Gisela dijo...

Realmente conmovedor, quién tuviera tu mano para poder escribir los recuerdos transmitiendo además los sentimientos, como vos hacés.
Éste bien podría ser un ejemplo de las vueltas de la vida, de lo chico que es Mendoza o la explicación de por qué algunas personas se bañan poco, a elección del lector.
Y... guacho, pintaste a mi viejo después de un par de vinos tal cual, ojos achinados, voz etílica, palabras meláncolicas de recuerdos pasados, y, ya pasados unos vasos más, manos cruzadas en el pecho, durmiendo.
Que yo diga gracias por el amor de "Los Dandy" a mi viejo, no me corresponde, pero qué orgullosos nos sentimos, carajo!
Ah, y el Dardo es mucho más lindo (Dardo dixit)

Unknown dijo...

Iñaki, no nos conocimos tú y yo personalmente aún como anadie de los de PLAZA DANDY pero mucho se de todos por de EL GUILLE.
Es una belleza esta nota que has escrito, realmente mi emoción se potencia aún más porque yo estoy en un estado de emoción constante desde que nos dejó en este mundo para esperarnos en el otro y... MI DIOSSSS!!! no quiero ni imaginar como podrá esperarnos jejeje.
Te mando un beso muy grande desde Formosa y hacelo extensivo a todos los de Plazaa Dandy

Viviana Mastropaolo
FORMOSA

emilia dijo...

Conmovida mi alma en el teatro.Siguiendo cda palabra haciendola , gracias a tu manera de escribir vivvirla.
Gracias por compartir este tramo de vida , esta huella de tu alma . Compartida con el gran Bachi. Leyendo tu relato,muy bello, venia tan claramente la presencia de Bachi , su voz , que llenaba esa atmotfera , su algria pasion y humildad.
Un maestro del teatro y la vida .
un abrazo